El Señor protege el camino de los justos
1:1 ¡Feliz el hombre que no sigue
el consejo de los malvados, ni se
detiene en el camino de los pecadores, ni
se sienta en la reunión de los impíos,
1:2 sino que se complace en la
ley del Señor y la medita de día y de
noche!
1:3 Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, Jeremías 17,
8 que produce fruto a su debido tiempo, y
cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo
que haga le saldrá bien.
1:4 No sucede así con los
malvados: ellos son como paja que se
lleva el viento.
1:5 Por eso, no triunfarán los
malvados en el juicio, ni los pecadores
en la asamblea de los justos;
1:6 porque el Señor cuida el
camino de los justos, pero el camino de
los malvados termina mal.
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