Es un Ángel con una extensa aura
azul turquesa, el que rige el elemento agua, tanto de la simbólica
representativa del futuro que se puede revelar, como del agua real de los
océanos.
Es Él quien vela las visiones y
los sueños nocturnos para evitar que sean demasiado claros y que, interpretados
con anticipación, comprometen el desenvolvimiento del Plan.
Es también denominado el
“centinela de la Aurora”, puesto que, simbólicamente, cada mañana recoge entre
sus manos el disco solar que emerge de la noche, y lo acompaña en su recorrido
a lo largo del arco del cielo.
Y es justamente con el primer
resplandor del sol cuando este Ángel se hace de vez en cuando visible a los
mortales, en aquel arcano momento entre la última sobra de la noche y la
primera luz de la mañana.
Es el gobernador del inconsciente
y de lo profundo. Señor de la Intuición y de la Precognición. Vigila la
realización espiritual y material del camino humano.
Justamente por este deber suyo de
acompañar durante el camino “de las tinieblas a la luz”, este Ángel es
considerado como el custodio del futuro del hombre. Conoce la realización de
los eventos y hace que sean comprensivos poco a poco, mientras acompaña el
camino de la evolución. Se le podría definir con razón el custodio de la Era
Nueva.
Ama el ofrecimiento de agua
limpia en copas de cristal.
Su protección guiará a los
hombres que le confían al efectuar las elecciones justas. Armoniza los planos
materiales de vida cotidiana con el Gran Plan.
Aleja los peligros que nos vienen
de lo imprevisto, de la distracción, de la locura, y naturalmente, del agua que
es su elemento.
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