Tú, Señor, nos protegerás y nos librarás
12:1 Del maestro de coro. En
octava. Salmo de David.
Súplica apremiante
12:2 ¡Sálvanos, Señor, porque ya
no hay gente buena, ha desaparecido la lealtad entre los hombres!
12:3 No hacen más que mentirse
unos a otros, hablan con labios engañosos y doblez de corazón.
12:4 Que el Señor elimine los
labios engañosos y las lenguas jactanciosas de los que dicen:
12:5 "En la lengua está
nuestra fuerza; nuestros labios nos defienden, ¿quién nos dominará?"
Respuesta del Señor
12:6 "Por los sollozos del
humilde y los gemidos del pobre, ahora me levantaré —dice el Señor— y daré mi
ayuda al que suspira por ella".
12:7 Las promesas del Señor son
sinceras como plata purificada en el crisol, depurada siete veces.
12:8 Tú nos protegerás, Señor, nos
preservarás para siempre de esa gente;
12:9 por todas partes merodean
los malvados y se encumbran los hombres más indignos.
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